Tour Yourself on, Rome

(Un viaje entre peregrinos, poetas y soñadores, siguiendo el hilo dorado del Tridente)

Roma: el placer de perderse… y el don de reencontrarse

¿Qué tan hermoso es perderse en las callejuelas de Roma?
Es, verdaderamente, un paseo lleno de placer y descubrimiento: el magnetismo de las maravillas inesperadas que encontraremos es innegable.
Sin embargo, tras años de vivir aquí, debo admitir que es aún más hermoso «no perderse», sino saber reencontrarse, utilizando como guía la conexión secreta entre plazas, iglesias y monumentos.

Un pequeño salto a la historia: el Concilio de Trento y la Roma que cambia
Mientras nos movemos de iglesia en iglesia como modernos peregrinos, vale la pena recordar que esta forma de vivir la ciudad tiene raíces profundas en la historia.
Tras el Concilio de Trento (1545–1563), la Iglesia católica, en plena Contrarreforma, decidió renovar no solo su doctrina, sino también la apariencia misma de las ciudades.
En Roma, esto significó un vasto programa de construcción y restauración de iglesias, concebidas como instrumentos visibles de fe y poder.
Pero no solo eso: para guiar a los fieles hacia estos nuevos templos de espiritualidad, se rectificaron y crearon nuevas calles, alineando los ejes viales en función de los lugares de culto.
Gracias a este impulso surgieron obras monumentales como el Tridente —el cruce perfecto entre fe, urbanismo y belleza— y muchas de las plazas que exploramos hoy.
Así, mientras caminamos, recorremos inconscientemente el diseño de una época que quería guiar las almas… por caminos rectos hacia el cielo.
Y así, como hacían los peregrinos de antaño: yendo de iglesia en iglesia, caminando con la maravilla en los ojos, igual que los primeros «turistas» de la historia.

Y entonces, comencemos también nosotros desde la «puerta de las puertas de Roma»: la Porta Flaminia, mejor conocida como Porta del Popolo.
Nada más cruzarla, la Piazza del Popolo se abre ante nosotros con su icónico Tridente: tres calles que se ramifican como los dientes de un tenedor, en un gran proyecto urbanístico realizado en el siglo XVI.
Antes de partir, sin embargo, tómense un momento para explorar bien la plaza: está llena de sorpresas.
Desde las paredes que transportan la voz como un misterioso eco, hasta las obras maestras de Caravaggio conservadas en la Iglesia de Santa Maria del Popolo, pasando por el pequeño pero curioso Museo Leonardo da Vinci Experience.
Y, por supuesto, no olvidemos que esta plaza sigue siendo hoy en día un lugar de reuniones populares: eventos, manifestaciones y protestas pueden brindarte una experiencia viva y auténtica de la ciudad.

Ahora, hablemos del Tridente.
Para guiarnos, usaremos una metáfora culinaria: cada calle será como una comida del día: desayuno, almuerzo y aperitivo/cena.
¿Listos para vivir Roma como verdaderos peregrinos… y también un poco como poetas y pintores románticos?

Babuino para el Desayuno
Comenzamos nuestro camino tomando la Via del Babuino, perfecta para un paseo enérgico hacia los Monti.
Imaginen estar en 1800: un poeta romántico, un flâneur, dejándose inspirar por el aire antiguo y nuevo de Roma.
Luego, regresen al presente y miren los precios tras los escaparates: ¡están en el corazón del barrio del lujo romano!

Descubrimos una joya: Canova Tadolini, un antiguo taller de escultura fundado en 1818, hoy transformado en restaurante-museo.
Aquí, las mesas parecen huéspedes secundarios frente a la majestuosidad de las esculturas que te rodean. Un lugar mágico, donde el arte se respira en cada rincón.

Unos pasos más, y llegamos a Piazza di Spagna, con la famosa Fontana della Barcaccia esculpida por los Bernini, y la espectacular Escalinata de la Trinità dei Monti.
Una subida que es un verdadero banquete para los ojos, culminando en la vista panorámica desde los balcones de la Trinità.

Seguimos a la derecha por la Via Sistina, que nos lleva hacia la Piazza Barberini, dominada por la Fuente del Tritón de Bernini.
Un poco más adelante encontramos una obra maestra escondida: Las Cuatro Fuentes y la iglesia homónima de San Carlo de Borromini.

Si seguimos recto, llegamos a la majestuosa Basílica de Santa María la Mayor.
Justo enfrente, pueden concederse un merecido desayuno en uno de los cafés de la zona: un cappuccino y un croissant les devolverán las fuerzas.

A través de Monti hacia el Coliseo
Desde la Basílica de Santa María la Mayor, tomamos la Via Urbana para entrar en el Rione Monti, uno de los barrios más fascinantes de Roma.
Paseen sin prisa hasta la Piazza della Madonna dei Monti, y prepárense: a pocos pasos, el Coliseo aparecerá ante ustedes, como un antiguo gigante.
El recorrido continúa a través de los Foros Imperiales hasta llegar al Altar de la Patria (Vittoriano).
Desde allí, miren hacia atrás: verán la Piazza del Popolo. El Tridente sigue conectándonos.

¿Un Almuerzo Rápido cerca del Corso?
Si el hambre se hace sentir, ¡es el momento perfecto para un almuerzo!
Pueden elegir ser tratados como reyes en un restaurante elegante o vivir una experiencia más auténtica en una osteria típica.

Un ejemplo perfecto: la histórica Birreria Peroni, donde todavía se respira la atmósfera genuina de un almuerzo entre amigos.
No se sorprendan si, después de comer, amablemente les piden que dejen la mesa: ¡es parte del ritual romano del “come y pasa”!

Aperitivo en Trastevere: Bohemio por una Noche
Después del almuerzo, si desean sumergirse en una de las tradiciones más celebradas de la italianidad, el aperitivo es un must.
Y el barrio ideal para hacerlo es Trastevere.

El camino hacia allí es un sueño: Panteón, Piazza Navona, Palazzo Madama, hasta llegar a la Basílica de Sant’Agostino con la Madonna de los Peregrinos de Caravaggio.
Esta iglesia está alineada visualmente con la Piazza del Popolo: el Tridente nos sigue guiando.

Crucen la Isla Tiberina, uno de los primeros asentamientos de la Roma antigua.
Desde allí, un último tramo los lleva a Trastevere, donde les recomiendo reservar una trattoria para disfrutar una cacio e pepe o una amatriciana.

Mientras esperan, con un spritz en mano —sí, en Italia se puede beber en la calle hasta las 22—, paseen por los callejones iluminados por faroles.
En Piazza Trilussa siempre encontrarán músicos, artistas, mimos.
Cierren los ojos, escuchen, respiren: Roma sigue siendo ese cruce eterno de pueblos, lenguas, sueños y poesía.